Las malezas no son tan malas

Desarrollaron un novedoso biocatalizador a partir de una fuente vegetal, que podría ayudar a sintetizar productos como agregados a alimentos y fármacos, manteniendo la biodiversidad.

 

Caminando por las calles de la ciudad muchas veces hemos visto una enredadera llamada vulgarmente tasi (Araujia sericifera para la academia) sin ni siquiera sospechar los beneficios que puede proporcionar.

A partir del estudio de las propiedades de plantas autóctonas, un equipo del CIProVe, liderado por la Dra. Susana R. Morcelle del Valle, detectó que las enzimas presentes en el látex de esta enredadera, que para muchas personas es un plaga, pueden acelerar reacciones químicas aplicables a procesos utilizados en la industria. A partir de este descubrimiento, otro equipo de 3 investigadores del CONICET y docentes de la Universidad Nacional del Sur (UNS) que trabajan en la Planta Piloto de Ingeniería Química o PLAPIQUI (Instituto de doble dependencia con la UNS y el CONICET), modificó las propiedades del látex para convertirlo en un biocatalizador reutilizable, y los 4 investigadores participan en la patente de este desarrollo.

Un biocatalizador es una enzima o una célula que generalmente acelera – o cataliza – una reacción  química entre dos o más sustancias. Estas reacciones pueden ser utilizadas para obtener intermediarios o productos finales para la industria farmacéutica, la producción de alimentos o biocombustibles y otras aplicaciones.

Estas enzimas, o biocatalizadores, se encuentran en la naturaleza. Están presentes en todos los organismos vivos. Para ser aplicadas con alguna finalidad concreta, pueden utilizarse tal como están o pueden modificarse para optimizar sus propiedades.

Los biocatalizadores presentan muchas ventajas de calidad para la producción de medicamentos o alimentos, pero muchas veces la industria elige otros métodos debido al alto costo de los mismos, ya muchas de las enzimas que brindan este servicio no pueden ser reutilizadas.

El trabajo que incluye la colaboración de la investigadora del CONICET del CIProVe (Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP) con los 3 investigadores de PLAPIQUI-UNS-CONICET, resultó en mejoras que permiten la reutilización, lo que amortiza el costo del biocatalizador producido. El uso de este biocatalizador a bajas temperaturas permite que se ahorre mucha energía en la producción.

La propuesta pasó la primera etapa de patentamiento, en Vinculación Tecnológica del CONICET y  se presentó en junio de 2018 en el INPI (Instituto Nacional de la Propiedad Industrial).

 

 

Preservar la biodiversidad

El principal aporte del CIProVe es investigar y descubrir enzimas útiles para distintos procesos a partir de  plantas autóctonas de la región.

La Dra. Morcelle destaca la importancia de utilizar enredaderas que son consideradas malezas, como fuente alternativa de enzimas vegetales, en lugar de emplear otras plantas que son explotadas comercialmente con esta finalidad (como por ejemplo, el mamón o papaya), favoreciendo así la preservación de la biodiversidad. En este aspecto, es importante destacar que la misma biodiversidad vegetal permite el hallazgo de nuevas enzimas que podrían consistir en opciones válidas a las disponibles en el mercado. En general las enzimas son más difíciles de obtener de otras fuentes como hongos o bacterias, porque hay que aplicar procedimientos como la fermentación y luego separar las enzimas producidas: esto hace que las provenientes de plantas, y en particular las de látex vegetal, sean de menor costo que las de microorganismos.

 

Nota extraída del sitio web de la Facultad de Ciencias Exactas

Compartí esta nota en tus redes sociales